El aumento de la producción minera que se espera en Chile para los próximos años, hará que el uso de agua de mar por parte de la minería del cobre aumente en 230% al 2029. Así lo advirtió la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco), que en su última versión del estudio “Proyección de consumo de agua en la minería del cobre 2018-2029”, el que da cuenta que la demanda de agua de mar pasará desde 3,28 m3/seg en 2018, a 10,82 m2/seg en 2029. Sin embargo, los datos deberían ser aún mayores si consideramos que la producción de oro, plata y otros minerales metálicos y no metálicos también aumentará y, por lo mismo, las proyecciones de consumo de agua serán aún mayores que las anunciadas por Cochilco.
“Los futuros requerimientos de agua y energía, por parte de la industria minera, podrán a prueba nuestra creatividad en lo que se refiere al uso responsable de los recursos. Entre otras cosas, para responder a estos desafíos presentes y futuros, como gobierno estamos trabajando a través de una mesa multisectorial en potenciar el uso eficiente de nuestro territorio, potenciando la utilización de infraestructura compartida en -por ejemplo- puertos y desaladoras”, fueron parte de las palabras del Subsecretario de Minería, Pablo Terrazas, durante la presentación del estudio de Cochilco. Para cumplir con la demanda de agua de mar que requerirá la minería, el volumen de infraestructura que se necesitará para plantas desaladoras, ductos de de agua y líneas de transmisión eléctricas, será muy considerable y la respuesta a este desafío es sólo posible a través de la colaboración.
La colaboración es uno de los principales compromisos de las empresas integrantes de la Mining Association of Canada (MAC) en su política para una minería sustentable desde 2015. La declaración de la MAC es clara en señalar que “las compañías necesitan mirar más allá de la gestión del agua basada en las operaciones tradicionales, hacia las dinámicas e interacciones de diversos usuarios del agua en la mayor parte de la cuenca”. A su vez, el International Council on Mining & Metals (ICMM), la agrupación de las mayores empresas mineras del mundo, también fijó las bases de la política sobre uso de agua para sus asociados y ésta también reconoce la prioridad de la colaboración al afirmar que “la administración del agua es el uso del agua en formas que sean socialmente equitativas, ambientalmente sostenibles y económicamente beneficiosas. La administración efectiva requiere la colaboración y la acción concertada de todas las partes”.
Las autoridades y actores relevantes en Chile, también lo están entendiendo así. Actualmente se encuentra en trámite un proyecto de ley que obligaría a las mineras al uso de agua desalinizada. Ya en 2016, el ex presidente ejecutivo de Codelco, Óscar Landerretche, abogaba por infraestructura compartida para desalación orientada a minería, ejemplificando a través de una desaladora multicliente y una red de distribución, como parte de una política minera para Chile. Desde la academia, un estudio financiado por la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt) investigó sobre el desarrollo de una gestión integrada del uso de agua de mar para la minería en la región de Antofagasta, del que se concluye que crear sistemas integrados de abastecimiento de agua desalinizada para más de una faena minera, genera no sólo menor impacto socio-ambiental sino además eficiencias económicas de inversión y operación, para las empresas. En este mismo sentido, en 2017 la Comisión Nacional de Productividad recomendó a la presidencia, entre otras medidas relacionadas con el uso de agua en la gran minería, “aprovechamiento de economías de escala entre empresas mineras de faenas cercanas para la construcción de desalinizadoras, generación eléctrica y tuberías”. Por su parte, las propias empresas lo están visualizando. “Una de las posibilidades es la asociatividad, por ejemplo, en el caso de las plantas desaladoras. Esto contribuiría a disminuir costos tanto para las empresas como para el país”, escribió María Cristina Betancour en mayo de 2018 la Gerenta de Desarrollo de la Sociedad Nacional de Minería (Sonami). Luego, en septiembre de 2018 fue aprobada de forma unánime por la Comisión de Medio Ambiente de la región de Atacama, el proyecto multicliente con la mayor planta desaladora de Latinoamérica.
Chile tiene una oportunidad única para el uso de una de las tecnologías con mejor proyección para los requerimientos de agua de la minería, como es la desalación. Una de las primeras cuestiones a considerar es el vínculo entre agua y energía, que para el caso de la desalación es crítico. Allí es donde Chile tiene una ventaja al contar con acceso casi ilimitado al agua de mar en sus costas, así como a las mejores condiciones de radiación solar para generación de energía fotovoltaica. Estos factores se producen además en la misma zona donde se concentra la mayor parte de la minería. Combinar desalación y energía renovable debiera ser un primer foco prioritario para responder a las necesidades de recursos hídricos de la minería. Al mismo tiempo, considerando la magnitud del aumento del consumo de agua en la minería que viene y la infraestructura que se requerirá para plantas desaladoras, ductos de transporte de agua y líneas de transmisión eléctricas, sería esperable que los actores involucrados hicieran el mayor esfuerzo por respuestas con el menor impacto posible, y esto es sólo posible a través de la colaboración.